La agricultura y su relación con la naturaleza Desde antiguo el hombre tenía una relación con la naturaleza más profunda, hasta que aparecieron los pesticidas, los insecticidas, y con ellos más plagas, más tratamientos, sin ser conscientes de que el equilibrio natural es lo más sentido para mantener una armonía natural y evitar debilidades en los cultivos con las consiguientes consecuencias. En su momento, la época de los productos fitosanitarios como productos mágicos, se exterminaban plagas que al eliminarlas aparecen nuevos nichos ecológicos, que son ocupados inmediatamente por otros insectos y desaparecen los enemigos naturales que se alimentaban de los primeros. A pesar de todo esto el hombre, el agricultor/a, ha sabido mantener una línea próxima a lo que le señalaba la naturaleza, como es la influencia lunar , la rotación de cultivos (aportación de abono o descanso de la tierra), asociación de cultivos (viña, millo, papas…), situación y aspecto de las nubes para saber estado climático, floraciones que señalaban el tiempo que se avecinaba (año de lluvia, de nieves, de poco agua, etc.). Como curiosidad se contaba que según la marea se sabía si quien nacía era niño o niña, también se dice que cuando el Teide tiene una especie de sombrero se avecinaban lluvias, si las cañas florecían ese año era año de nieves, se decía “si llueve en la luna de octubre siete lunas cubre” (en las lunas de esos meses llovía), la forma de las nubes (cielo empedrado suelo mojado) o la disposición de ellas en las montañas denotaba que habrían cambios en el tiempo. El conocido dicho "Por Santa Lucía, se acortan las noches y crecen los días" nos informa de la llegada del solsticio de invierno. Es de notar también como los cesteros de follado y de madera de castaño reconocen ciertas épocas propicias para la poda y el corte de los arbustos y árboles. Según ellos, si se realiza en fase creciente "la madera se pica" y "se llena de bichos". Debe cortarse, por tanto, en menguante. La poda de la viña se debe ejecutar de igual forma, para que los sarmientos "no lloren" (la savia se eleva y hay más dinamismo en las partes aéreas, entonces el punto de corte o poda, queda a expensas e intemperie de hongos o virus, y se debilita más). Sabemos que estas prácticas han de coincidir con la parada invernal o estival de la savia, y es creencia generalizada (inclusive entre expertos agrónomos) que los flujos de este líquido responden, al igual que las mareas, a la acción de nuestro satélite. En cuanto a las papas , el agricultor podía predecir cuando sembrar o recolectar según posición de la luna, así tenemos que con luna en cuarto menguante , donde afecta en un mejor desarrollo a las raíces y órganos subterráneos, de ahí que estando en cuarto creciente afectaría de una manera inversa, con una mayor masa foliar, mayor número de flores y frutos. Desde tiempos ya remotos el hombre ha mantenido una profunda relación con la naturaleza y sus fenómenos, incluyendo los ciclos astronómicos . Agricultores, pescadores y pastores eran conscientes de estos ciclos y los aprovechaban en consecuencia. Estos conocimientos han evolucionado de manera regresiva a tradición o costumbre, hasta el punto de ser un tema casi ignorado por la ciencia agrícola más técnica. Sin embargo, la influencia de la luna y sus fases es algo evidente y no una mera ilusión o superstición, avalada hoy en día por algunos estudios científicos. Los conocimientos y saberes enriquecen la cultura tradicional , la cultura de pasarlos de voz en voz, generación tras generación. Sin ser simples, han otorgado carácter de sabiduría a las prácticas de nuestros agricultores y campesinos. |